Imagino a Sarraceno, retorcido de curiosidad preguntándose por qué Julio, por qué Montes, por qué.
Imagino su cara como cuando aquella vez nos detuvimos en un puesto de bolivianos a mirar los ajíes, mientras la señora que vendía, adivinando sus pensamientos, recitó: chiles, morrones o pimientos, picantes.
Seguro que él, pensando en la medida del picor, porque a Sarraceno le encantaba el picante, le dijo a la vendedora: en la escala Scoville, qué cree usted que ocupa este.
Si fue para reírse, miren si la boliviana iba a saber qué era la escala Scoville, pensé, díganme si esa no es una pregunta que revela una fantasía a prueba de toda imaginación.
Mientras, para mi asombro, la boliviana diciendo: Estas frutos contienen Capsaicina, dijo; así sin sonrojare, mientras Sarraceno me explicaba a mi: Mirá Adelaida, la capsaicina es un componente químico que estimula un receptor térmico en la piel, especialmente las membranas mucosas, y es el parámetro con que se mide el picor, la escala Scoville.
Esto, moviendo el fruto entre los dedos, oflándolos como un rodillo, el fruto comenzó a soltar un jugo rojo, tiñendo los dedos que instintivamente Sarraceno se metió a la boca, antes que la boliviana pudiera advertirle que no lo hiciera.
Menos mal que a veces la testosterona masculina revierte esos procesos vergonzosos y Sarraceno no pasó de ponerse rojo, hinchado y con los ojos datos vueltas por pocos minutos en que el líquido estuvo hurgándolo por dentro, con una quemazón que lo dejó mudo por varios días; así me lo imagino en el cielo o en el infierno, no sé en dónde, en dónde sea que van a parar los héroes inventados.
Leí: La escala va de los pimientos verdes que tienen 0 unidades Scoville a la Capsaicina pura, que llega a las 16 millones de unidades Scoville, pasando por otros ajíes, el “chile poblano”, 1.600 unidades Scoville, el “locoto”, 200.00 unidades. Scoville y el Naga Jolokia, 1.041427 unidades Scoville.
Capaz que a Julio Montes le gusta el picante, ya lo pensaré, sólo porque gasté unos diez minutos buscando la referencia a la dichosa escala esa, a ver si me sirve para algo.
Por ahora, coloco el nombre en un archivo, un catálogo que llevo sobre nombres para insinuarle al niño, cuando me pide que le sugiera algún nombre para sus muñecos, la mayoría superhéroes, pues parece que hay muchos que no tienen nombre conocido en su identidad de no superhéroes, porque algunos no tiene la doble vida de superman sino que son superhéroes todo el tiempo.
Pero ante el niño no admito esa vida de continuidades, porque los superhéroes también descansan, le digo, de algún modo hay que hacerle sentir que cuando él duerme coincide al menos en esa actividad con los superhéroes.
En mi catálogo están esta palabras: Oximorón, Sinécdoque, Scoville, quizás más adelante les cuente cuáles son las otras.